Un feminicidio y una justicia que nunca llegó

Miércoles 13, un día en el que la desgracia acompañaba a la familia Cóndor Torres, ya que se encontraban dándole el último adiós a un familiar. Sheyla Cóndor atendería una llamada sin imaginar que ese sería el inicio del infierno que viviría los próximos días.
Sonia Torres vería partir inesperadamente a su hija, con la tranquilidad de que la contactaría más tarde como solía hacerlo. Pero a medida que el tiempo pasaba, Sheyla no se reportaba y el sentimiento de angustia crecía en su madre.
Su desesperación fue ignorada por la comisaría de Santa Luzmila, donde los policías, ajenos a la empatía y a su deber, se negaron en más de una vez a interponer la denuncia que pudo haberle salvado la vida. A pesar de las pruebas presentadas, los policías alegaron que "se había ido con el novio" y que debían poner la denuncia en la comisaría de su distrito.
Luego de unos días de investigación, Sonia encuentra una pista que la acerca al paradero de su hija, pues en medio de su desesperación logró dar con la última conversación de WhatsApp de Sheyla, descubriendo así, la identidad del principal sospechoso, Darwin Condori, suboficial de la PNP.
Tras este descubrimiento, apelando a su fe por la autoridad, Sonia se acerca una vez más a la comisaría, donde rechazan nuevamente su denuncia, argumentando que si entraban a casa del policía y no hallaban nada, él podría denunciar a la familia por difamación.
Ante la insistencia de la familia, a los oficiales no les quedó de otra que seguir a la madre a la dirección señalada. Donde quedarían atónitos frente al brutal escenario ocurrido en el condominio Torres de la Padrera, Comas.
El desmembrado cuerpo de Sheyla fue hallado en estado de descomposición, oculto en una maleta, bajo la cama del policía. Al hallar el cuerpo fue evidente la ausencia de algunos órganos, entre ellos, los intestinos de la víctima, los que se presume habrían sido sádicamente arrojados por el inodoro.
El aterrador feminicida, actuó sin móvil aparente, puesto que sería la primera vez que se encontraría cara a cara con Sheyla. Las cámaras de seguridad del edificio nos muestran a Sheyla ingresando con la mascota de su asesino en brazos, unas escenas que evidencian la tranquilidad y seguridad con la que ingresó al departamento.
Tras el inhumano caso, tres días después de la desaparición, el 16 de noviembre los medios de comunicación llegaron al lugar donde se dio el violento crimen. Revelando una serie de negligencias por parte de la PNP.
El caso de Sheyla fue un doloroso despertar para la sociedad peruana, quien hoy, más que nunca, es consciente de lo terrorífica que puede llegar a ser la vida de las mujeres. Lo cual, se vio evidenciado, en las dolorosas veladas y las enfurecidas protestas que se hicieron en su nombre. Asimismo, los colectivos feministas no han dejado de pedir justicia para la joven de 26 años, quien tenía toda una vida por delante.